1.2.12

Y un día pasó


Y un día pasó. La noticia la publicó una de las peores y más divertidas páginas de espectáculos de la red, Exitoína. Parece que Tatou estuvo por San Telmo comiéndose un sanguchito. En qué barrio sino en ése. Con qué blusa insulsa sino ésa. Con qué pollera anacrónica, torpe, sino ésa. Con qué lentes. Un día pasó la fantasía de miles de argentinos, entre los que me incluyo. Después de ver Amélie una decena de veces, me pasé años jodiendo con la mente e imaginando encontrarla en alguna barra o garito de una ciudad con algo de París. Bueno, un día pasó: a alguien le pasó, supongo, alguien le sacó la foto al menos. Quién pudiera sentársele en la silla de al lado, apoyar los codos sobre la barra, mirar el espejo del fondo de la barra y suspirar. Y bajar la cabeza. Y decirle: quién pudiera sacarte esas gafas y esa ropa con la delicadeza y la calma de tu personaje. La delicadeza y la calma que no tendría el cirujano de un presidente. 

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