16.12.11

Henry Miller

"Recuerdo en un relámpago todas las mujeres que he conocido. Es como una cadena que hubiera forjado de mi propia miseria. Cada una ligada a la otra. Miedo de vivir separado, de permanecer como recién nacido. La puerta de la matriz y su cerrojo. Terror y nostalgia. En lo profundo de la sangre la atracción del Paraíso. El más allá. Siempre el más allá. Todo esto debió comenzar con el ombligo. Te cortan el cordón umbilical, te dan una palmada en las nalgas, y listo. Ya estás en el mundo, a la deriva, en un barco sin timón. Mirás las estrellas y mirás tu ombligo. Tenés ojos por todas partes, en las exilas, entre los labios, en las raíces de tu pelo, en la plata de tus pies. Lo que está distante se hace próximo, lo que está próximo se hace distante. Entrar y salir, un flujo constante, una mudanza de la piel, volver lo de adentro para afuera. Vas a la deriva, así, durante años y años, hasta que te encontrás en el centro muerto, y allí, te podrís lentamente, te desintegrás, hasta que te dispersás de nuevo. Sólo queda tu nombre."

De "Trópico de Cancer", 1934.

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