29.5.07

Y cuál tendría Julio, ahora

¿Y ahora, por ejemplo,
cuál tendría Julio, ahora?
Tendría uno que soporte
los achaques ansiosos de un gato
un Nokia 1100, por ejemplo
Motorola C 115
algo monocromo y urbano
vulnerable al agua

¿Y Ernesto, cuál tendría?
uno viejo, pesado
con la antena rota
Ernesto usaría un StarTac
justo antes de meterse en la cama

Horacio, quizás, mataría un hijo
por un Samsung plateado
mataría por una llamada
que le hiciera rebotar un rugido
salvaje, cerca de la oreja

Porque quién no, pregunto,
los tendría cerca
Todos, hoy, los tendrían cerca

Onetti con su Siemens gris del humo
Adolfito cambiándole la carcaza
Victoria presumiendo de un blanco
polifónico, más claro que una taza de té

¿Y Georgie?
¿Se pensaron que me olvidaba de algo?

Georgie desde lejos, por supuesto
lejos con su V3 black, celular de ciego
bastón en mano, cinta multicolor
prendida del corbatero
todos, bien lejos de Georgie
que en su banco del parque Lezama
usaría el bluetooth
para bajarse la muerte
programar el ringtone del olvido
y luego cerrarse la tapa

(Rodolfo, eso sí,
hablando de un público)

21.5.07

Dedicatoria

Este post está dedicado al Lucho, que ayer por la noche me ha hecho recordar grandísimos años de infancia y adolescencia dedicados enteramente al análisis futbolístico. Voy con algunas fotitos que harán sonreír a los que comparten esta absoluta dependencia. Hoy, Platense:














18.5.07

A-chalay la que se viene


Pero por qué, gallinas... tanto tiempo haciendo fuerza para alejar al burro del trago y ahora parece que tiene todo arreglado con el Necaxa de México. Al final es como con el Diego: lo quieren matar, cor dió, lo quieren matar.

Salud, jujeño, ojalá que entre empinadas y picotazos llegues al máximo de tu rendimiento.

2.5.07

Tanto tiempo buscando y acá está

Esto me lo debía. Tanto tiempo en la ruta, entre un lugar y otro, con cuadernos y lapiceras intentando escribir algo decente, y en el libro Automotrices, de Lucas Tejerina, encontré la perfección.
Si estas líneas blancas y amarillas
no vendrían conmigo metro a metro,
si este largo tendido de postes y cables
no harían de mí su motivo de guardia;
si el lugar donde voy no estaría
viniendo a mi encuentro,
como viene hacia mí un transporte pesado,
entonces la nostalgia que llevo y me lleva
simplemente sería por épocas pasadas,
sin embargo
es por la edad perdida mi nostalgia,
es por la edad perdida.

El auto que me cruza está regresando,
el hombre que cree, ciegamente,
conducir ese auto,
está regresando,
el camino que lleva de retorno a ese hombre,
está regresando;

¿de dónde es que se vuelve, Dios mío,
de dónde es que se vuelve?
¿Y qué es lo que se deja,
qué es lo que se deja
cuando se cierra la puerta
y se emprende la marcha?
Es más,
¿por qué marchamos?,
si ya hemos comprobado
que llegar nunca se llega,
que partir es la mitad de un camino siempre vano
que perfecciona el volver. Pero no lo completa.

¿Por qué me detengo a orinar estos cardos?
¿Por qué fumo, uno tras otro,
un tabaco inconcluso?

Estas cosas las creo, intuyo otras.
Íntimamente sé que la vida es basura,
igual, soy brutalmente feliz,
como un tractor.
Creo que no hay que agregar nada. Esto es Automotrices (2005), de Lucas Tejerina, editado por La Creciente en Córdoba.