12.12.06

Play of the week: La gran MACARRÓN


Así como la Doble Nelson exigía un gran esfuerzo de piernas, La Gran Macarrón exige una Norita Dalmasso, sonriente y entrenada. Pero no es lo único. Para su ejecución también se necesita desnudar una situación corriente en un país como Argentina, sumado a los reflejos carroñeros de los multimedios, y una ciudad relativamente pequeña, si es posible cordobesa, y ni hablar si se consigue un country o la variante de un barrio cerrado. Del otro lado se necesita un médico perfecto que ama a sus hijos y a su mujer por más que “haya roto el contrato matrimonial”, un chalet de tres o cuatro dormitorios, y algunas amigas de la víctima que no abren la boca, por miedo a ventilar aquellos mismos nombres que también solían “ocuparse” de ellas.
Recién entonces se la toma a Norita, se la hace quedar como la única esposa cogedora del universo que no perdona a nadie, se la mezcla con un deporte afrodisíaco como el golf, un par de mensajes de texto, albañiles acusados de entrar a la casa y acogotarla, el marido consternado pero cuidando sus formas –por respeto a su profesión–, y una buena cantidad de tapas en las revistas de investigación periodística. Toda esa mezcla se revuelve en una habitación con la ropa bien dobladita y luego se deja arriba de la cama, reposando. Por último se analiza un poco de la leche que quede dando vueltas y un par de pendejos anónimos desparramados sobre la cama. Y se ejecuta.

Lo único que se me ocurre respecto del homicidio es que Norita pudo morir en bolas. ¿Cuánto pagaríamos nosotros por morir así? ¿Y cuánto pagaríamos por morir en bolas después de una refrescadita? Ayer dijeron que la leche encontrada no era suficiente para encontrar al asesino. Con los pendejos tampoco vale la pena intentar, porque todos bien sabemos que nuestras camas están llenas de pendejos; muchas veces uno se acuesta y lo primero que hace es desconocer a los pelos que por allí andan dando vueltas.
Así la gran Macarrón persistirá en el tiempo, como la Doble Nelson. Hasta que alguien también la convierta en un mito.

No hay comentarios.: