31.10.06

El extraño mundo de Chuck 1

Esto me ha llegado por correo, desde algún lugar impreciso del infinito cuerpo de Chuck Norris. Como la totalidad de esta nueva biblia excede las dimensiones de este espacio, opté por hacer lo que hizo Tarantino con Uma Thurman y Bill y separé las máximas por etapas. Así como algunos ven a Maradona, a Murphy, a Moyano o a Rubén Capria como dioses, otros observan, procesan y transmiten el mundo desde la óptica de un Chuck. Norris. Aquí va la primera. Ojalá la disfruten.
Chuck Norris puede cambiar, si quiere, tu ADN de una patada giratoria.
Chuck Norris no lleva reloj. Él decide la hora que es.
Dios es hijo de Chuck Norris
El AXE es en realidad sudor de Chuck Norris
En realidad cuando Einstein predijo que no se puede superar la velocidad de la luz, no se acordaba de Chuck Norris. Por eso Chuck viajó al año en el que nació Dios: 69 d.C.N. (después de Chuck Norris) y le obligó a cambiar las leyes del universo.
Las lágrimas de Chuck Norris curan el cáncer. Lástima que jamás haya llorado.
La raíz cuadrada de Chuck Norris es dolor. No intentes elevarlo al cuadrado, pues el resultado es muerte.
Chuck Norris vive en la isla de perdidos.
Chuck Norris come bistec cada comida. La mayoría de las veces se olvida de matar la vaca.
Chuck Norris ha visitado recientemente el colegio Urdaneta entero pero, lo hizo tan rápido que nadie pudo verle.
El nuevo director de Urdaneta es realmente, Chuck Norris.
Chuck Norris se hace los 1000 metros en 4.....segundos.
A Chuck Norris nadie le paso los apuntes de filosofía, los hizo él. (Desde entonces todos dan gracias a Chuck)
Chuck Norris era profesor en Urdaneta, pero aumento el paro de profesores y se tuvo que ir, porque él daba todas las clases de todos los cursos... a la vez.
La Primera Ley de la Termodinámica afirma que la energía ni se crea ni se destruye, excepto si se encuentra con Chuck Norris.
Chuck Norris no lo considera sexo si la mujer sobrevive.
Chuck Norris debe su poder a la ingestión masiva de Pepsi.
Chuck Norris duerme con una almohada bajo su pistola.
Vivimos en un universo en expansión. Todo él intenta huir de Chuck Norris.
Chuck Norris puede empezar una casa por el tejado.
Julio Verne se inspiró en Chuck Norris para escribir "Viaje al centro de la Tierra"
Chuck Norris no se afeita, se da patadas en la cara. Lo único que corta a Chuck Norris es Chuck Norris.
Chuck Norris no nació, se sacó a sí mismo a patadas del vientre de su madre. Poco después, le creció barba.
Chuck Norris no duerme, espera.
Chuck Norris perdió la virginidad antes que su padre.
Chuck Norris no lee libros. Los mira (de reojo) hasta obtener la información que desea.
Chuck Norris hace llegar al orgasmo a una mujer apuntándola con el dedo y diciendo: "Booya".
Chuck Norris comió una vez cincuenta kilos de filetes de ternera en una hora. Los primeros 45 minutos los empleó en follarse a la camarera que los traía.
Chuck Norris participó y ganó el rally Dakar a pie. Compitiendo contra los coches. Declaró que daba un paseo para comprar tabaco.
Chuck Norris derribó una vez un avión alemán apuntándole con el dedo y diciendo: "Bang!"
Chuck Norris vende su orina en lata. Se le conoce como Red Bull.
(Habrá más Chuck en breve)

Vayan para allá

Levantar la patita, como un flamenco. Un poema para morirse en el blog de Falco.

¿Cuánto se puede lastimar a una mujer?

30.10.06

Qué abuso ese auto


Se ha cumplido el objetivo: Córdoba está en boca de todos. Hace un tiempo, el otorgamiento de 2 millones de dólares para la creación del Córdoba Rally Team no le había dado al gobernador De la Sota los resultados esperados: la gente había recibido "más o menos bien" la noticia de usar el dinero de la provincia para participar del circuito mundial de rally, pero luego recibió "más o menos mal" el hecho de que ningún auto nunca lograra los resultados esperados. Hace unos meses, sin embargo, De la Sota camufló su segunda participación en un proyecto similar otorgando sólo 500 mil pesos para el auspicio del Tango Rally Team, que suplantó el palo y medio faltante de la otra intervención con la cara gringa de un triunfador, por supuesto cordobés: David Nalbandian.
El pasado fin de semana, entonces, la provincia de Córdoba estuvo en boca de todos, tal como lo habían re-planeado las autoridades y los participantes célebres. En el rally de Australia fueron descalificados Ligato, Pozzo y Beltrán, los tres pilotos, y luego se suprimieron todos los puntos obtenidos por el equipo durante el año de competencia, y luego se le prohibió al Tango Rally Team la participación en las carreras que restan, y por poco se les dice a través de los responsables que sólo se dediquen, por dios, a comer salames en Colonia Caroya.
La información oficial dice que "hicieron trampa".
Supuestamente modificaron una pieza del motor que se llama Brida y que se utiliza para regular el ingreso de aire al turbo. Como dice la regla, cuanto más aire ingrese, más potencia obtendrá el auto, por eso de la combustión. La boca del turbo tiene un diámetro de 56 milímetros y la Brida lo disminuye a 32 mm., tal como está reglamentado. Los mecánicos del Tango Rally Team aceptaron que habían modificado la pieza, pero para que no le entrara "agua al motor" al momento de pasar por un vado.
Si Córdoba es tradición y alegría, si el predio de la FICO, frente al Chateau Carreras, se usa regularmente para la exposición del autos, si las calles están inundadas de Fiat 128 Súper Europa que roncan con el cuarteto en cada esquina, si los taxistas engendran el cáncer en las calles por la absoluta irresponsabilidad al manejar, si todos en las calles chocan cuando cae granizo, si De la Sota es fanático del "Yali", si una ruta de la provincia se llama Jorge Recalde, entonces está más que claro que Córdoba, hoy, no está en boca de todos por el simple y reduccionista acto de "hacer trampa". Los mecánicos hicieron en Australia lo mismo que podrían haber hecho con los autos que duermen en cualquier garage de Alberdi, o del Cerro: los tunearon.

26.10.06

Poemas de Carver

El rasguño

Me desperté con una mancha de sangre reseca
pegoteada sobre uno de mis párpados. Un arañazo,
profundo, cruza transversalmente las arrugas de mi frente.
Sin embargo, últimamente, he estado durmiendo solo.
Y me pregunto por qué un hombre, incluso en un mal sueño,
alzaría la propia mano para lastimarse la cara.

Esta mañana pretendo responder esta pregunta
y otras similares, mientras observo en silencio
mi rostro que se refleja en los cristales de la ventana.


El don de la ternura


Tarde en la noche. Comenzó a nevar.
Los copos húmedos caían
más allá del cristal de las ventanas,
surcando el aire frío
ocultaban el resplandor de la ciudad.
Observamos un rato la tormenta
sorprendidos, felices, satisfechos
de estar allí y no en otro sitio.
Puse un leño en el hogar,
me pediste que regulara
el tiro de la chimenea.
Nos metimos en la cama.
Cerré mis ojos, de inmediato,
pero
por razones que desconozco
antes de dormirme
el aeropuerto de Buenos Aires
atravesó mi memoria.
Recordé esa tarde,
la temprana oscuridad, las sombras.
Reconstruí la escena:
regresé a ese paisaje desolado
donde flotaba un silencio sepulcral
interrumpido únicamente por el rugido
de las turbinas del avión que carreteaba
lentamente bajo una lluvia de granizo,
tan fino que lo confundimos con nieve.
En las ventanas de los edificios no había luz.
Un lugar realmente solitario.
Sólo pasillos abandonados, hangares vacíos.
No vimos a una sola persona.
“Es como si todo estuviera de luto”,
fue tu comentario.

Abrí mis ojos.
El ritmo de tu respiración
me dijo que estabas profundamente dormida.
Te cubrí el cuerpo con uno de mis brazos.
Mis evocaciones
me trasladaron de la Argentina
a un departamento en el que pasé
un tiempo de mi vida, en Palo Alto.
No nieva en esa ciudad,
pero el departamento disponía
de un amplio ventanal desde donde
podríamos haber mirado por horas
la autopista que rodea la bahía.
La heladera estaba al lado de la cama.
Las noches calurosas, sofocantes,
cuando me despertaba con la garganta seca
sólo tenía que estirar el brazo, abrir la puerta
y dejarme guiar por la luz interior
hasta el botellón con agua refrescante.
En el baño un pequeño calentador eléctrico
descansaba cerca del lavatorio.
Todas las mañanas mientras me afeitaba
calentaba agua en una vieja sartén,
el frasco de café instantáneo,
siempre a mano, en el botiquín.

Un mañana me senté en la cama
vestido, recién afeitado,
bebiendo sorbos de café caliente
intentando olvidar planes,
proyectos, todas esas cosas
que había decidido realizar.
Finalmente disqué el número
de Jim Houston que vive en Santa Cruz,
le pedí prestados 75 dólares.
Me contestó que estaba sin fondos.
Su mujer había viajado a México
por unos días y él ya no tenía dinero,
no llegaba a fin de mes.
“Está bien”, le dije. “Te entiendo”.
Y así era,
no necesité explicaciones.
Hablamos un poco más y cortamos.
Terminé el café cuando el avión
comenzaba a elevarse en mi recuerdo
y yo desde la ventanilla miraba
por última vez las luces de Buenos Aires.
Después cerré los ojos
iniciando el largo regreso.

Esta mañana hay nieve por todos lados.
Hablamos sobre la tormenta.
Me comentas que no dormiste bien.
Te digo que yo tampoco.
Tuviste una noche terrible. “Yo también”.
Estamos tranquilos el uno con el otro,
nos asistimos tiernamente
como si comprendiéramos nuestro estado de ánimo,
las mutuas inseguridades.
Creemos adivinar los sentimientos del otro,
no podemos, por supuesto, nunca podremos.
No tiene importancia.
En realidad es la ternura la que me interesa.
Ése es el don que me conmueve, que me sostiene,
esta mañana, igual que todas las mañanas.

24.10.06

Una gran pequeña pérdida

Otro afuera. La buena hierba se sigue extinguiendo en el mundo. Ahora nos dejó Nelson, el Hombre Rata, Repúblico Dominicano el hombrecito. Todavía lo recuerdo en el programa de Susana junto a su entonces mujer y su hijo, de un año y medio, y un tanto más alto que él. Lo recuerdo cuando llamó a conferencia de prensa para decir que Samuel Chiche Gelblung lo había discriminado por “bajo”. En fin, escribir mucho sería ir contra su esencia: en resumen, una gran pequeña pérdida.

23.10.06

El objeto mental

(Este es el primer texto de una serie que se va a llamar Silencio de reloj)
El primer hombre era ensayista. Apoyó la nuca en el pasto y dijo que eso no tenía que ver con el discurso científico, y menos con el ejercicio de una falsa epistemología. “Acá no se discute el origen de ningún conocimiento”, le dijo al otro. “Pero sí tiene que ver, en primer lugar, con la relación entre el sujeto y el objeto”.
Convinieron de entrada en que todas las mujeres se masturban. Negarlo, para ambos, era faltar a las razones de una creencia. “Si millones de personas creen en un Dios que nunca apareció”, dijo el ensayista, “por qué las mujeres no podrían masturbarse con el recato necesario como para que nadie lo hiciera público”.
―El tema pasa por saber si el objeto para ellas es igual que para nosotros ―dijo el otro hombre, que era auditor.
El ensayista, por primera vez en la noche, estuvo de acuerdo. El objeto no sería el mismo desde el punto de vista material, porque ellos sostenían un trozo de doce a quince centímetros de largo y cuatro de diámetro, contra un pequeño tubérculo semejante a una campanilla hinchada en una garganta.
―Exacto, una campanilla ―dijo el auditor, con los codos clavados en el pasto.
Pero el objeto de la masturbación no es material, se dijeron. El objeto es mental. Entonces las mujeres, sin duda, forjan una relación con otros objetos, porque el remedio contra la soledad, para los hombres, no es el mismo remedio que para las mujeres. “La relación con la soledad es, para nosotros, mucho más intensa”, dijo el ensayista. “Vivimos menos pero nos masturbamos en cualquier rincón del planeta. Y, por lo tanto, es mucho más intensa nuestra propia compañía”.
―Ni qué decirlo ―terminó el auditor.
“Es más”, siguió el ensayista. “La masturbación es hermana de la escritura. Cualquier escritor nunca podría sentirse esencialmente solo, ni aburrido, porque cuenta con una doble compañía”, dijo. “El relato, genérico, y la paja. El relato y la paja”.
―En qué sentido ―preguntó el auditor.
“Mirá. El escritor nunca deja de escribir. El hombre nunca deja de masturbarse. Así yo esté sentado con las piernas cruzadas en medio de un monte, tengo en mi poder, potencialmente, la posibilidad de comenzar un relato o, al mismo tiempo, de tocarme las partes. La necesidad de crear historias es tan primitiva como la masturbación. Y eso nos pone a salvo”.
―Nos pone a salvo ―repitió el auditor.
“Pero no sé qué pasa con las mujeres”, dijo el ensayista.
―Claro. Con las mujeres escritoras.
“No”, corrigió. “Con todas las mujeres”.
Al auditor no le gustó que el ensayista lo corrigiera, y por eso se sentó en el pasto. Luego su compañero hizo lo mismo.
Ninguno de los dos podía ponerse en el lugar del objeto de las otras. Sabían que la masturbación masculina permitía tener relaciones con cualquier mujer, por eso del objeto mental (el hombre que se masturba puede crear una imagen acabada de quien quiera), pero no sabían si cualquier mujer podía tener relaciones con cualquier hombre. Las mujeres soportan un poco más de todo, se dijeron, y eso incluye a la soledad. Por lo tanto, la compañía, para los hombres, es indispensable; pero para ellas, se puede dar el lujo de fallar.
“El lujo de follar”, dijo el ensayista.
El auditor lo miró.
―¿Y la histeria? ―preguntó después―. ¿No podría ser producto de la excesiva masturbación de las mujeres?
“Esa es buena”, dijo el ensayista. “Se tocan tanto que después, al momento de concretar con un hombre con el que ya tuvieron fantasías, las ataca una desilusión tremenda, arrolladora”.
―Eso ―dijo el auditor―. Arrolladora.
Pero la histeria es de todos, coincidieron al ponerse de pie, y a los hombres “no hay con qué darles”. Caminaron hasta la galería de la casa en silencio pero no dejaron de repasar las alternativas de acción que habían surgido mientras conversaban en el pasto, o que podrían surgir al terminar esa noche inmóvil de verano. Sin siquiera rozarse, y sin volver a cruzar miradas, ambos encontraron sus respuestas en la relación inicial entre el sujeto y el objeto, mental, que no sería otra cosa, en definitiva, que la relación entre la soledad, o la compañía, y la fantasía, o la histeria. El auditor pensó que a las mujeres hay que saber masturbarlas, y el ensayista pensó que hay que saber leerlas. Así los sorprendió la luz, y el bullicio de las demás personas sentadas a la mesa.

20.10.06

Made in Hong Kong 5



¿Lesfliado? ¿Tenés los mocos como riendas? ¿La Carilina te paspa los orificios nasales?

Se a-ca-bó. Es cómodo y pasajero. Si corrés fuerte hacia delante, cabeza tirada hacia atrás, se enrolla solo. Si retrocedés, estás más complicado. Pero siempre seco.

18.10.06

La gran bestia pop

-Soltá el fierro, Madonna...
-No jodás, negro, ¡que me siento like a virgin, papá!

Pam pam pam pam

(Gracias Jaramillo por esta idea)

La casa está en orden

Cómo decirlo. Mientras los restos de los restos del General Perón vibraban gracias a los gritos de los restos de los restos de Antonio Cafiero y otros dirigentes, el himno nacional sonaba de fondo. Y el chofer del hijo de Hugo Moyano, un tal Madonna, disparaba plomo con total impunidad contra las mismas personas con las que, dentro de unos meses, en el marco de un próximo acuerdo que nadie conocerá, compartirá un asado, probablemente en esa misma quinta de San Vicente.

Ayer los analistas políticos, en los medios, recurrían a la conocida frase de Borges para explicar lo que sucede cada vez que hay que seguir a Perón. “No son ni buenos ni malos, son incorregibles”. En algún otro momento, el General Franco despidió al primer trabajador de España; horas después más de un millón de personas fueron a recibirlo a Ezeiza, y minutos después de ese recibimiento se produjo una de las batallas campales más grandes de la historia de este país. Entonces nacen las comparaciones: lo de ayer fue como un extracto de lo de Ezeiza. Los peronistas hacen siempre lo mismo. Nadie puede hacer nada para cambiarlo. Pero volviendo a Borges: si los peronistas no son ni buenos ni malos, sino incorregibles; ¿entonces qué son? ¿Son lo que son y no pueden no-ser? ¿Se acabaría esta manera de “pechar” la realidad si alguien hace desaparecer los restos de los restos de los restos de Juan Domingo Perón?

De ninguna manera.

Otros generales y otros políticos y otros interesados podrían haber hecho mejores cosas con la plata que tuvo este país a mediados del siglo pasado, pero el General nos calzó justo, porque nos brindó las facciones con las que reconocernos en cada gesto, en cada centímetro, en cada posible tramoya o ventaja, en cada estertor de violencia “por las dudas”.

Cada uno de nosotros vive de los restos y el peronismo también, y no podría ser de otra manera. Nosotros vivimos de los restos, y no somos incorregibles ni buenos, sino que somos malos, pura y exclusivamente malos, porque a partir de cada gresca un altísimo número de interesados –que nadie reconoce pero que tampoco nadie objeta– se encarga de aclarar el papel de víctima que siempre nos calza como una media de costuras perfectas. Los 30 mil desaparecidos, según las voces que más se escuchan, eran todos peronistas. Pero quienes los mandaron a aniquilar fueron ellos (nosotros) mismos. Ayer no hubo lucha de ideologías: eran los mismos contra los mismos buscando un lugar para sostener la manija de bronce del cajón de los restos de los restos del General Perón. El primer (el pionero) trabajador.

El peronismo se gesta con los restos. Se gesta en los restos de baba de cada uno que se acuesta a la noche, y en los restos de lo que piensa. Se gesta en los restos de caca que cada argentino deja en el baño, a solas, en el momento más íntimo de la tarde de un domingo. El peronismo se gesta en los restos de la masturbación que ejecuta ese mismo argentino segundos después de hacer caca. En los restos de los pelos que se le caen cuando se baña.

Pero sobre todo, como dijo Cralo, en los restos de las acciones comunes. En lo que sigue al argentino que salió por la ventanilla del auto para tocarle el culo a la mina que paseaba tranquila en bicicleta. En esa risa posterior del tipo, compartida con los amigos, ya metido en el auto. En lo que piensa la chica cuando ese auto se aleja.

11.10.06

Made in Hong Kong 4


Civilización y barbarie lejos de la pampa. Así se comporta esta gente. Durante la semana se cuidan en la city para no tocar el agua y el fin de semana hacen cualquiera:


Se recomiendan chimangos

Yo quiero tener diez veces cien mil amigos, para así más fuerte poder chiflar. Sin embargo, muchas veces me basta con Jaramillo, un hermano del corazón y nuevo blogger. Sus chimangos dan cuenta de un vértigo intelectual que se asemeja al descontrol que genera un Fiat 128 cuando pega un giro sorpresivo en cualquier esquina de tierra. Recomiendo su visita, el recorrido de sus líneas, y especialmente recomiendo a Karen. Karen es una cosita que no sé si realmente es amiga de Jaramillo, o si forma parte de él como en un sueño, como en esos recuerdos que uno tiene desde chico y no sabe si realmente fueron o si se armaron con los años. A Karen, y esto es real, la armaron a la perfección.
Auguro para este blog que recomiendo un gran futuro, determinado casi en su totalidad, seguramente, por el abordaje de Karen y por todas las fotos que puedan aparecer de ella. Karen parece ser la típica minita que de chica libaba juguitos congelados en la puerta del colegio. La chica que intercambiaba papeles de carta. La chica que se compraba largos y carísimos buzos de color blanco sólo para taparse la cola.
Gracias, Alfredo Leoncio de los Cerros Jaramillo, por este baldazo de menta rubia que nos ha bañado a todos. Brindo por ello.

9.10.06

Made in Hong Kong 3

Qué Mao ni Mao, vamos con la tercera entrega de los inventos orientales capitalistas. Aquí, una muestra de que laburo hay para todos.



7.10.06

Hablar de más


Benedicto XVI boqueó de más con la gente de la otra vereda y se le fueron al humo (esto último, sin duda, es un chiste relacionado con el fundamentalismo). Al final se cagó todo y huyó hacia las cosechas de su familia, por lo menos hasta que afloje ese tema. Se lo ve de buen humor, igual...

Así que todas las ciencias eran sociales